Los manglares funcionan como hábitat natural para muchas especies de peces juveniles o recién nacidos incluyendo a los tiburones y otros grupos de invertebrados como los anélidos, moluscos, equinodermos y crustáceos. Una vez finalizada su etapa juvenil en estos ecosistemas, dichas especies pasan a habitar praderas de fanerógamas, lagunas costeras y marismas. Algunas especies de agua dulce también pueden cumplir parte de su ciclo de vida en los manglares.
Adicionalmente actúan como pulmones que usan el dióxido de carbono del aire y lo transforman en el oxígeno que necesitamos para vivir. También mejoran la calidad y pureza del agua, debido a que actúan como filtro para los sedimentos y nutrientes.
Los manglares desempeñan una función clave en la protección de las costas contra la erosión provocada por el viento y el oleaje. También forman barreras naturales contra los huracanes.
A pesar de su importancia estos ecosistemas se encuentran entre los más amenazados del planeta. En Venezuela las principales afectaciones a los manglares se deben al desarrollo de obras de infraestructura que han alterado los flujos hidrológicos y los derrames petroleros.
En nuestra región es altamente frecuente que se produzcan accidentes relacionados con el vertido de crudo en el mar. El Archipiélago los Roques ha sido impactado con crudo al menos tres veces en las últimas dos décadas. El último de ellos ocurrió en 2017 afectando a buena parte de los ecosistemas de manglar en los cayos Francisquí, Nordisquí, Rasquí, Cayo Sardina y Vapor.
Es por esto que el CIT con apoyo de nuestros colaboradores, ha iniciado un proyecto de restauración de manglares en varias zonas del país, incluido el archipiélago por Roques dada su importancia para la conservación de los tiburones en el Caribe. En este proyecto se involucran a las comunidades locales, especialmente a niños en edad escolar.